A diferencia del lema de moda impuesto por el Gobierno, Peter Capusotto no es para todos. Tal como dice Marcelo Stiletano (columnista del diario La Nación), mientras para algunos es un hito y el gran capo cómico de nuestros tiempos; para algunos otros es un desalineado indescifrable que no roza lo gracioso, sino lo burdo. Para estos últi-mos, es inentendible.
Alejado de lo que tradicionalmente se entiende por cómico, Capusotto ha logrado hacernos reir de nosotros mismos -como sociedad- con una lucidez y acidez que hace décadas no se ve en la “decadente” telegrilla argentina. Sus personajes son un resultado social de las más variadas circunstancias. Son productos de estudios sociológicos. Son historia. Capusotto y Saborido han logrado captar con una increíble sensibilidad el humor social y han sabido –como nadie- relatar desde su irónica mirada aquellas cosas que nos rodean política-económica y socialmente. Algunos simplemente no lo ven.
Para entender a Bombita Rodriguez hay que entender el contexto de los años 70. Hay que entender –y hasta compartir ideológicamente- el peronismo (un mérito que ni yo me puedo adjudicar). Hay que comprender lo que significó la lucha armada, la militancia setentista (sus utopías y realidades) y para reírse hay que comprender que sin los Gobiernos de Néstor y Cristina Bombita no sería gracioso. Es más, jamás hubiese existido (y aunque sea contrafáctico, es una realidad).
Para entender a Micky Vainilla hay que comprender como piensa (hace 2 siglos) la derecha argentina. Si bien no es muy difícil, su fascismo, xenofobia, e ideas de superioridad racial son ironizadas de manera tal que resulta cínico y a la vez cómico para algunos (quienes entendemos pero no compar-timos) e incómodo para otros (aquellos que no miran Peter Capusotto y sus videos). Lo deleitoso del asunto es que la dupla cómica termina diciendo lo que la derecha piensa pero calla (al menos públi-camente). A través de la figura de un típico cantante pop (yo diría noventoso) Capusotto expresa mejor que nadie que sienten algunos cuando ven un “morocho” en la calle, en su country o en un boliche.
Lo mismo ocurre para “Jesus de la Ferrere” (el predicador del conurbano que reparte panchos) o “Con-Sumo”(un habitante del barrio porteño del abasto que compra en cuotas electrodomésticos en Garbarino que no precisa). El barrio del Abasto reducido a la imagen de un shopping, la sociedad de consumo que compra electrodomésticos en cuotas pensando que de esta manera calman sus ansiedades, problemas no resueltos y vacíos de personalidad. Humor crítico. Me permito ser autoritario, pero así debería ser el humor.
Capusotto ha cambiado el paradigma de lo cómico en nuestra televisión. Ha llenado aquel espacio vacío de Tato Bores y ha opacado con su humor inteligente a la basura mediática de Tinelli (o el pseudo-periodismo chatarra de CQC). Para reírse del programa de Capusotto hace falta pensar, para reírse del programa de Tinelli es necesario “apagar“ el cerebro. No es casual que lo podamos ver por Canal 7. A veces su análisis recuerda a algunos personajes radiales de Fernando Peña (bastante menos politizado) como ser Martín Revoira Lynch.
Confeso peronista, Capusotto es un delirio delicioso de ver (y de escuchar). He llegado a reír por horas cuando lo escucho en la Rock&Pop con su “Hasta Cuando”. Es otra perla de esta década. Será recordado en 30-40 años como aquel comediante que nos hizo reír durante los hermosos años kirchneristas.
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