martes, 17 de mayo de 2011

Militantes Vs. El Puntero








Hace unos dos meses, recuerdo haber leído la noticia: Pol-ka y Canal 13 estaban preparando un nuevo unitario, llamado... El Puntero. “Algo huele mal en Dinamarca”, así podría resumirse de forma delicada mi pensamiento al respecto. Más me alarmé cuando leí que el elenco estaba encabezado por Julio Chávez y contaba con actores y actrices prestigiosos como Luis Luque, Gabriela Toscano y Rodrigo de la Serna. Nada mejor para validar un mensaje que rodearlo de la llamada “cita de autoridad”, en este caso el carisma y la profesionalidad de los intérpretes. Desde ya que no voy a poner en duda la capacidad de Pol-ka para realizar productos audiovisuales con calidad técnica, especialmente en sus unitarios. Quien conoce un poco del negocio televisivo, sabe que los unitarios no son programas rentables sino aquellas naves insignia que sirven para mejorar la imagen de un canal o productora. El negocio está en otro lado. Pero en este caso, el negocio no es la publicidad, es la vidriera para que se vierta el discurso anti política del Grupo Clarín. Pero no quise pecar de prejuiciosa y decidí ver el capítulo en cuestión. Más allá de ciertas apreciaciones relacionadas con mi gusto personal, no pude evitar la indignación cuando en un plano se ve claramente que el personaje de Levante, “ladero” del puntero e interpretado por Luis Luque, tiene en su espalda la imagen del “Eternéstor” o del “El Eternauta” estampada en una remera. Era claramente una escena de transición, no era necesario que el plano se detuviera allí. Desde lo narrativo no había razón de ser, pero desde lo político esa imagen dijo más que mil editoriales de Julio Blanck o Eduardo van der Kooy.

Creo que es un error cargar las tintas sobre Luis Luque y discutir su “ética”. Es un trabajador, no hay que errar dónde está el problema. En todo caso habría que apuntar las críticas a las cabezas de los equipos creativos y de producción. Pero no se si tiene mucho sentido a esta altura del partido, justamente. Parafraseando a Cristina, contestemos con amor a las críticas. Pero no nos confundamos, esto no quiere decir poner la otra mejilla. “El Puntero” apela al individualismo, al que se vayan todos, a reforzar los estereotipos sociales sobre el rol de aquellxs que se involucran en política, caracterizándolxs como “corruptos, clientelistas, violentos y poco cultos”. Creo que es casi nuestra obligación levantar nuestras banderas pero en el mismo terreno, el de la creatividad audiovisual. Mostremos que se puede estar en política y creer en el bien común, en el esfuerzo de lxs militantes que hacen trabajo territorial más allá de los votos que se puedan conseguir en una elección. Mostremos que lxs integrantes de los barrios pobres no son como ovejas que son llevadas por un puñado de monedas o prebendas. Porque, más allá de las contradicciones que siempre existen en cualquier proceso político, no tenemos que dejar que nos estigmaticen. Por eso creo que es hora que le demos forma entre todxs a un nuevo proyecto audiovisual: “Militantes”. Está en nosotrxs esa construcción, no tiene sentido seguir criticando desde nuestros teclados mientras desde el otro lado están apelando a sus armas (lícitas por cierto) para ganar la batalla cultural, la del sentido. Aquí se ve claramente que ésas no eran frases vacías o que no tuvieran ancla en la vida cotidiana. Esa vida cotidiana, como dice Cristina, que tenemos que mejorar para todxs lxs argentinxs y todxs aquellos que quieran habitar el suelo de nuestra patria.

Por Cecilia Molinero

Sos Bienvenido?




Como una invitación inocente a una fiesta de cumpleaños se nos invita por toda nuestra ciudad a la Fiesta de Mauricio.

Cuando por primera vez vi esos carteles que le daban la bienvenida a Macri al distrito que ya gobierna no pude evitar permanecer confundido.

Compungido durante varios días trate de entender el mensaje, observe el video de presentación de la candidatura (o más bien renuncia a la disputa por la Presidencia)
en la cual se lo pudo observar al Ingeniero como un niño feliz en un pelotero en una gran fiesta de cumpleaños colorida tratando de ocultar lo que más bien fue una derrota política de un partido que pretendía tener alcance Nacional y terminó disputando el mismo único espacio (Capital Federal) donde tiene posibilidades concretas de ganar.

Entre colores varios (y ya no solo el amarillo) se le de la bienvenida a Mauricio. Pero quién es Mauricio? Quiénes son los Mauricios? Quiénes no son Mauricios? Quiénes no son bienvenidos? A quién se la da la bienvenida en aquel cartel que ocupa de a ratos las calles de Buenos Aires? Si hay invitados y hay bienvenidos también hay quienes se quedan afuera y no son bienvenidos a la fiesta Macrista.

Ahora bien, los potenciales bienvenidos son los Mauricios...los tipos que se le asemejan (mismo estrato social, si se quiere) pero mas que nada todos aquellos que se quieren parecer a Mauricio. Los que no son, pero ven en él, el "modelo de empresario exitoso" con plata, casado con una mujer muy bonita para quien todo es una fiesta de colores.

Pero de antemano se anticipa y se sugiere (de manera casi subliminal) que su fiesta no es para todos. Hay que tener invitación. Vos sos bienvenido, pero vos (otro) no. Algo exclusivo y selectivo. Hay un recorte, una lista de los que son bienvenidos a la fiesta Macrista y otra de los que no.

Quiénes se quedan afuera? Los que ya sabemos. En principio -y ya lo anticipó el propio Ingeniero- los extranjeros. Luego los que están muy lejos de la realidad de Mauricio, los pobres del conurbano y por extensión los pobres de la Ciudad. Porque a ver... quien va a querer invitar a su fiesta a un rotoso?. Saquémoslos de los hospitales, de ser posible de las escuelas, retiremos la presencia del Estado en esas zonas. El abandono y deterioro puede llegar a hacer creer a más de uno que la privatización es la solución para el deterioro y en una abrir y cerrar de ojos tenemos un gimnasio en lo que era una plaza pública del Bajo Flores.

Exactamente lo contrario es lo que propone el Gobierno Nacional. El mensaje es que TODO es de TODOS. Ya lo hemos visto con el Futbol, la Carne, la Asignación Universal, etc etc. Un país para todos. Y si bien sabemos que a veces ello no se logra (me permito excusarlo al decir que invitar a todos es más costoso y más dificil que invitar a unos pocos) estas dos frases resumen un poco los modelos de ciudad (o si se quiere de País) que tiene el Kirchnerismo -por un lado- y la derecha -por el otro-.

La frase diseñada por la gente del PRO no deja de ser muy hábil. Es una buena frase para resumir el elitismo de forma políticamente correcta. Es una frase que de manera inconsciente y sutil se opone a "lema" del Gobierno Nacional. El contenido, no dejar de ser alarmante.

Por Alejandro Filippini y Cecilia Molinero

lunes, 28 de marzo de 2011

PROCLAMA DE TIAHUANACO


PROCLAMA DE TIAHUANACO
Juan José Castelli
[25 de Mayo de 1811]


Los sentimientos manifestados por el gobierno superior de esas provincias desde su instalación se han dirigido a uniformar la felicidad en todas las clases, dedicando su preferente cuidado hacia aquella que se hallaba en estado de elegirla más ejecutivamente. En este caso se consideran los naturales de este distrito, que por tantos años han sido mirados con abandono y negligencia, oprimidos y defraudados en sus derechos y en cierto modo excluidos de la mísera condición de hombres que no se negaba a otras clases rebajadas por la preocupación de su origen. Así es que, después de haber declarado el gobierno superior, con la justicia que reviste su carácter, que los indios son y deben ser reputados con igual opción que los demás habitantes nacionales a todos los cargos, empleos, destinos, honores y distinciones por la igualdad de derechos de ciudadanos, sin otra diferencia que la que presta el mérito y aptitud: no hay razón para que no se promuevan los medios de hacerles útiles reformando los abusos introducidos en su perjuicio y propendiendo a su educación, ilustración y prosperidad con la ventaja que presta su noble disposición a las virtudes y adelantamientos económicos.

En consecuencia, ordeno que siendo los indios iguales a todas las Últimamente declaro que todos los indios son acreedores a cualquier destino o empleo que se consideren capaces, del mismo modo que todo racional idóneo, sea de la clase y condición que fuese, siempre que sus virtudes y talentos los hagan dignos de la consideración del gobierno y a fin de que llegue a noticia de todos se publicará inmediatamente con las solemnidades de estilo, circulándose a todas las juntas provinciales y su subalterna para que de acuerdo con los ayuntamientos celen su puntual y exacto cumplimiento, comunicando a todos lo subdelegados y jueces de su dependencia estas mismas disposiciones: en inteligencia de que en el preciso término de tres meses contados desde la fecha deberán estar ya derogados todos los abusos perjudiciales a los naturales y fundados todos los establecimientos necesarios para su educación sin que a pretexto alguno se dilate, impida, o embarace el cumplimiento de estas disposiciones. Y cuando enterado por suficientes informes que tengo tomados de la mala versación de los caciques por no ser electos con el conocimiento general y espontáneo de sus respectivas comunidades y demás indios, aun sin traer a consideración otros gravísimos inconvenientes que de aquí resultan, mando que en lo sucesivo todos los caciques sin exclusión de los propietarios o de sangre no sean admitidos sin el previo consentimiento de las comunidades, parcialidades o aíllos (Ayllus) que deberán proceder a elegirlos con conocimiento de sus jueces territoriales por votación conforme a las reglas que rigen en estos casos, para que beneficiada en estos términos se proceda por el gobierno a su respectiva aprobación demás clases en presencia de la ley, deberán los gobernadores intendentes con sus colegas y con conocimiento de sus ayuntamientos y los subdelegados en sus respectivos distritos, del mismo modo que los caciques, alcaldes y demás empleados, dedicarse con preferencia a informar de las medidas inmediatas o provisionales que puedan adoptarse para reformar los abusos introducidos en perjuicio de los indios, aunque sean con el título de culto divino, promoviendo su beneficio en todos los ramos y con particularidad sobre repartimiento de tierras, establecimientos de escuelas en sus pueblos y excepción de cargas impositivas indebidas: pudiendo libremente informarme todo ciudadano que tenga conocimientos relativos a esta materia a fin de que, impuesto del por menos de todos los abusos por las relaciones que hicieren, pueda proceder a su reforma.




Impresionante, no?

miércoles, 23 de marzo de 2011

NUNCA MENOS



Palabras de Néstor Kirchner el día 24/03/04 en el acto de firma del convenio de la creación del Museo de la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos:

Queridos Abuelas, Madres, Hijos: cuando recién veía las manos, cuando cantaban el himno, veía los brazos de mis compañeros, de la generación que creyó y que sigue creyendo en los que quedamos que este país se puede cambiar. (Aplausos)

Fueron muchas ilusiones, sueños, creímos en serio que se podía construir una Patria diferente y también cuando escuchaba a H.I.J.O.S. recién vimos la claudicación a la vuelta de la esquina. Es difícil, porque muchos especulan, porque muchos están agazapados y muchos esperan que todo fracase para que vuelva la oscuridad sobre la Argentina y está en ustedes que nunca más la oscuridad y el oscurantismo vuelvan a reinar en la Patria. (Aplausos)

Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades. (Aplausos)

Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, es justicia y lucha contra la impunidad. A los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino. (Aplausos)

Por eso Abuelas, Madres, hijos de detenidos desaparecidos, compañeros y compañeras que no están pero sé que están en cada mano que se levanta aquí y en tantos lugares de la Argentina, esto no puede ser un tira y afloje entre quién peleó más o peleó menos o algunos que hoy quieren volver a la superficie después de estar agachados durante años que no fueron capaces de reivindicar lo que tenían que reivindicar (Aplausos)

Yo no vengo en nombre de ningún partido, vengo como compañero y también como Presidente de la Nación Argentina y de todos los argentinos. Este paso que estamos dando hoy, no es un paso que deba ser llevado adelante por las corporaciones tradicionales que por allí vienen especulando mucho más en el resultado electoral o en el qué dirán que en defender la conciencia y lo que pensaban o deberían haber pensado. (Aplausos)

Por eso, sé que desde el cielo, de algún lado, nos están viendo y mirando; sé que se acordarán de aquellos tiempos; sé que por ahí no estuvimos a la altura de la historia, pero seguimos luchando como podemos, con las armas que tenemos, soportando los apretujones y los aprietes que nos puedan hacer. Pero no nos van a quebrar, compañeros y compañeras.

Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y también la bandera de la justicia y de la lucha contra la impunidad. Dejaremos todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta lamentable década del ’90 como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir.

Por eso, hermanas y hermanos presentes, compañeras y compañeros que están presentes por más que no estén aquí, Madres, Abuelas, chicos: gracias por el ejemplo de lucha. Defendamos con fe, con capacidad de amar, que no nos llenen el espíritu de odio porque no lo tenemos, pero tampoco queremos la impunidad. Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortísima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado sus hijos. Hoy están presentes en las manos de ustedes.

Muchísimas gracias y abracémonos fuertemente por un país distinto.

Muchas gracias. (Aplausos)

Por eso en esta lucha contra la amnesia colectiva, en esta batalla cultural, en esta disputa de identidades NUNCA hay que dar MENOS de los que él dio.
Porque cuando la impunidad asomaba sus puños victoriosos un día alguien llegó y les dijo a los responsables de las atrocidades: "no les tengo miedo". Y con el llegó la Justicia.
Porque con él los derechos humanos dejaron de ser el reclamo de una minoría y pasaron a ser una cuestión de Estado.
Porque quienes lo enfrentan diciendo que no hay que revolver el pasado y quienes dicen que lo hizo con fines electorales son complices de aquella masacre.
Porque los anhelos de aquella generación diezmada son hoy realidades.
Por esto y por mucho más, NUNCA MENOS!

domingo, 13 de marzo de 2011

El Discurso Menos Fácil


Haber concurrido al acto del pasado viernes en Huracán fue en muchos aspectos esclarecedor y en otros gratificante.
El marco del acto era el mismo que se viene dando hace aproximadamente un año y medio, con una diferencia visible en el nivel de asistencia (ahora, se entiende, concurre más gente). No había espacio sin banderas, sonaban los fuegos artificiales, cientos de miles de jóvenes cantando y saltando. La alegría militante a la que hace algunos meses nos tiene bienacostumbrados el kirchnerismo.
Ahi estaba el estadio listo, preparado y propenso a escuchar a la única oradora (a mi entender los discursos de los demás oradores fueron pobres o talvez sea que suenan asi después de que uno escucha a Cristina). Allí estaban las 50.000 almas ansiosas, emocionadas y exaltadas por escuchar ese discurso que se suponía iba a ser acorde a la ocasión. Que se esperaba que fuera de corte militante, tendencia confrontativa , de barricada, si se quiere. Allí esperaban el PCCE (que teñia las tribunas de rojo) alado de la Juventud Sindical que sobresalía -como de costumbre- por su número. Abajo en el campo aguardan el MUP, Descamisados y otra organizaciones mientras en una tribuna se movía al compás de las canciones un busto gigante inflable de Néstor. Asi recibimos a la única oradora de la tarde-noche, quien es una muestra de grandeza y con dotes de gran estadista pronunció un discurso que se alejaba de las expectativas y la ortodoxia militante. Un discurso superador, completo por donde se lo escuche y lea. Con gestos hacia el interior del movimiento y otros para los de afuera. Y si bien entre tanto tumulto, calor y bombos me fue dificil escucharlo en el momento lo escuche y vi cuando llegué a mi casa el viernes.
Como ya también nos tiene acostumbrados, con gran simpleza y astucia discursiva nos llamó a construir basándonos en las coincidencias mientras que enumeraba los grande logros de este Gobierno. En vez de hablar de Clarín, la mesa de enlace, los grupos económicos concetrados, en vez de dividir aguas, de hablar sobre quienes quieren terminar con este proyecto instó a todos los oyentes a construir olvidando las pequeñas diferencias, a dejar de lado las discusiones bizantinas, a no preguntar de donde vienen los que se suman sino a sumar en la pluralidad, a no juzgar por pasados, a buscar esos denominadores comunes que nos diferencian de la barbarie y de los proyectos sectarios, ciegos y cortoplazistas. "No cometan errores que sí hemos cometido nosotros cuando éramos jóvenes" dijo la Presidenta.

Aqui el mejor párrafo de su discurso:
"Quiero decirles a todos ustedes, que cuando incorporen a otros argentinos no les pregunten de dónde vienen, no les pregunten cuál es su historia o su partido, pregúntenles si están de acuerdo con que la Asignación Universal por Hijo sirve para que millones de niños tengan derecho a la educación y a la salud. (APLAUSOS). Y también, quiero que les pregunten si están de acuerdo con que tenemos que seguir industrializando el país y agregando valor para seguir generando trabajos más calificados para todo los argentinos. (APLAUSOS) Quiero que les pregunten si tenemos que seguir poniendo en la educación pública en todos sus niveles el esfuerzo y los recursos, y si tenemos que seguir aún poniendo más; quiero que le pregunten si necesitamos
seguir inaugurando - como hace unos días - universidades públicas y gratuitas
para que tengamos realmente niveles de igualdad; quiero que le preguntan
si necesitamos proteger el trabajo nacional, la producción nacional y el
desarrollo de nuestra industria; si necesitamos también seguir desarrollando
un fuerte mercado interno que impulse también a que exportemos más y mejor
porque generamos más y mejores puestos de trabajo; quiero que le pregunten
si quieren ser un país donde los derechos humanos son una bandera de toda
la sociedad, sin ninguna distinción de ideología o partido, porque es lo
que nos diferencia de la barbarie. (APLAUSOS)."


Pero no solo eso. Sino que respondiéndole a La Nación del día anterior (http://www.lanacion.com.ar/1356383-el-santo-patrono-del-kirchnerismo) omitió hablar del que se supone es nuestro Santo Patrono y, en cambio, si habló de Perón y de como a partir de su firma y voluntad la Universidad Nacional Pública es gratuita. Planteó una continuidad histórica (que muchos ultimamente pretende romper) con respecto a la inaguración de Universidades.
Resaltó lo que, a mi entender, son los dos grande aportes de este Gobierno a las tres banderas históricas haciendo una alusión sutil a la Cumbre de Mar del Plata (comienzo de la integración latinoamericana y rechazo del Consenso de Washington), mencionando el breve paso de Néstor por la UNASUR (consolidación de la integración latinoamericana) y nombrando hacia el final a las Madres y Abuelas (DDHH).

Puntual como pocas veces, dando un discruso que no era el que el estadio quería o pensaba que iba oir, llamando a responder con amor ante los ataques de odio, la Presidenta sorprendió hasta a la propia Sarlo quien escribió una nota (http://www.lanacion.com.ar/1356862-el-cambio-de-una-militancia-a-otra) bastante generosa para con la militancia kirchnerista.
La multitud, se quedó cantando en el estadio luego de la finalización del discruso durante, al menos, 20 minutos. Tiempo suficiente para observar aquella fiesta (porque literalmente lo era) y re-afirmar que a esta altura no hay vuelta atrás. Como dice aquel candombe que tanto revuelo ocasionó pero que tan bien expresa este tiempo: "Nunca menos, ni un paso atrás"

martes, 22 de febrero de 2011

Síntesis del discruso de CFK sobre mercados concentrados


SINTESIS
PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNANDEZ EN EL ANUNCIO DE ACUERDOS PARA EL DESARROLLO DE MERCADOS CONCENTRADORES REGIONALES

Hay una inmensa dispersión y distorsión de precios, inclusive dentro de las propias cadenas de una sola marca donde según el barrio en el que esté ubicado el supermer-cado las cosas tienen un precio y si está en zona norte, donde está la gente de mayor poder adquisitivo, la misma cadena le pone otro precio.

Orientar el poder de compra de los consumidores es un instrumento que debe ser organizado, pero también organizado por la propia sociedad y por el propio consu-midor, con exigencias claras y concretas, con la información que cuenta.
Y desde el Estado Nacional proveer medidas como la que estamos haciendo hoy en este convenio con Chaco, y además medidas en lo que hace a la formación de precios en lo que denominamos insumos básicos, que por lo tanto son insumos difundidos e impactan a toda la demanda
Es curioso que los que más agitan expectativas inflacionarias son los formadores de precios en la República Argentina. Pero no se puede seguir con la ridiculez de leer el diario y ver a los comerciantes y empresarios quejarse porque aumentan los precios y echarle la culpa al gobierno, yo no vendo nada, no produzco tomates, no vendo autos. (Aplausos). No produzco acero, no produzco cemento. Pero la verdad que escuchar pronunciarse a centrales empresarias, o a empresarios, acerca de los problemas de los precios, resulta absurdo.
Si queremos hablar de precios en serio en principio no hay que hablar de variaciones de precios de carácter estacional, como frutas y verduras, porque las expectativas inflacionarias están siempre determinadas por lo que se denominan insumos básicos de la economía, bienes de demanda inelástica, o sea aquellas cosas que, como el gas, la luz o el agua, la gente no puede permitirse no tenerlas.
Hay que cuidar este proyecto y este proceso económico iniciado en el 2003, que ha permitido precisamente este boom de consumo, que también crea tensiones

¿Qué esta haciendo el Estado?

El gobierno, en lo que es responsabilidad del gobierno ha actuado muy fuertemente: en la regulación de aquellos precios que tiene derecho a regular, porque son bienes inelásticos. Los subsidios mantienen fijas las tarifas de los servicios públicos, con las tarifas más bajas de toda América latina. Por otra parte, si aumentan demasiado las tarifas se restringe el consumo de otros bienes y no se crean nuevos puestos de trabajo. Además, esta política de subsidios permite que los trabajadores sean trans- portados a sus sectores de trabajo a muy bajo costo, porque si los transportes tuvieran valores, más altos, esto se trasladaría inmediatamente a demanda salarial.
El Estado Argentino sí está haciendo un inmenso esfuerzo en sostener la demanda agregada. Esta sí es una política que depende del Estado -el Estado tiene que garanti-zar actividad económica sosteniendo la demanda, la Asignación Universal por Hijo, las políticas salariales, de convenios colectivos de trabajo- que ha determinado un consumo como nunca se vio en la Argentina.
Estamos solventando, subsidiando y apoyando todas las políticas que signifiquen agregar valor para que precisamente aumente la oferta, mejore la oferta y poder man-tener y ampliar un mercado que cada vez tiene, afortunadamente, más consumidores
Desde el año 2003 a la fecha el Estado sostiene y aumenta la demanda permanente-mente, entonces es necesario que quienes tienen el capital y quienes tienen la oferta aumenten la inversión. Además se han dado líneas de financiamiento importantes como es el Proyecto del Bicentenario, donde tenemos ya más de ciento y pico de proyectos por 2.300 millones.
Ahora viene la época de la puja distributiva, donde realmente se pone en juego qué modelo de sociedad queremos y cómo vamos a seguir creciendo, si lo hacemos en serio vía aumento de la oferta con inversión, con mayor producción, con mayor valor agregado, con innovación tecnológica; si nuestros empresarios aprovechan todos los beneficios fiscales, toda la protección que se da a la industria nacional para incorpo-rarle valor, para mejorar la producción, para abaratar costos, y nuestros comerciantes aprovechan el consumo para poder generar mejores bocas de distribución, llegar a más lados, de modo tal que pueda haber una política más racional, no tan dispersa en materia de precios, o volvemos a la vieja receta de los argentinos donde terminamos matando a la gallina de los huevos de oro.

Se debería terminar con la costumbre yo digo consuetudinaria de algunos sectores de querer mantener o apropiarse de rentabilidad vía precios y no vía aumento de la ofer-ta, vía aumento de la inversión. Y que también produce una inmensa distorsión y dispersión de precios de acuerdo a los lugares, a la cara del consumidor, al lugar donde está ubicado.
Y yo creo que estamos en este punto central de cómo resolvemos la puja distributiva en la República Argentina, donde realmente se pone en juego qué modelo de socie-dad queremos y cómo vamos a seguir creciendo,
Pero quiero discutir estas cosas como Presidenta de los argentinos con todos los sec-tores y los actores involucrados, porque realmente una solución podría ser entonces, si la demanda salarial es una cuestión de carácter inflacionario, como pretenden al-gunos, vayamos a ver cómo está el tema de la rentabilidad de las ganancias, arregla-mos por ese lado y no afectamos el tema de demanda salarial.
Y en todo caso, a los empresarios si realmente no hay tanta rentabilidad en las em-presas, tampoco molestarse cuando se quiera discutir la participación de los trabaja-dores en la rentabilidad de las empresas, porque es una de las formas para también mediar en esta puja distributiva y si no hay rentabilidad y les va tan mal qué problema habría en ver cómo se puede participar.
Realmente les pido a todos los argentinos que hagamos un gran esfuerzo para poder procesar todo esto y seguir adelante con estas políticas claras y concretas y con mu-cha responsabilidad para todos. Responsabilidad por parte de quienes son

Formadores de precios:
Ahora, también vamos a empezar a pedir explicaciones a las grandes comercializado-ras. Porque tenemos dos o casi tres formadores de precios: los insumos difundidos, el que termina el producto y que requiere del aluminio o del acero para terminar una línea de blanco o de autos, ese es el producto terminado, y después tengo los que comercializan esos productos, que en el caso de alimentos por ejemplo compran producciones enteras y por lo tanto vuelven a formar precios.
Si lo hacemos en serio vía aumento de la oferta con inversión, con mayor producción, con mayor valor agregado, con innovación tecnológica; si nuestros empresarios aprovechan todos los beneficios fiscales, toda la protección que se da a la industria nacional para incorporarle valor, para mejorar la producción, para abaratar costos, y nuestros comerciantes aprovechan el consumo para poder generar mejores bocas de distribución, llegar a más lados, de modo tal que pueda haber una política más racio-nal, no tan dispersa en materia de precios, o volvemos a la vieja receta de los argen-tinos donde terminamos matando a la gallina de los huevos de oro

Del sistema financiero:
Sería bueno que con la solvencia que tiene el sistema y con el nivel de rentabilidad que tiene, se orientara más a la producción y al aumento de la oferta y no tanto al consumo.

De los trabajadores:
A los compañeros trabajadores, en cuanto a lo que es la puja distributiva, porque cuando ésta se desmadra tenemos la historia clarita, los que tie-nen más siempre siguen teniendo más y los que pagan las consecuencias son los tra-bajadores. Esto no significa para nada que los trabajadores no tengan derecho a tener un mejor salario; si algo puede acreditar este gobierno es ser el que estableció el ma-yor salario mínimo vital y móvil que paga en toda América latina; las convenciones colectivas -arriba de 2.000- que habían sido suprimidas en la República Argentina.
Los trabajadores organizados sindicalmente y que han logrado buen posicionamiento salarial tienen que saber, que todavía tenemos argentinos afuera del esquema del trabajo, inclusive tan es así que por eso vemos escenas de esclavitud que realmente avergüenzan, como las que hemos visto en sectores concentrados para colmo, sobre todo en empresas vinculadas con el sector rural, situaciones de trabajo esclavo.
Creo que esto también pasa porque todavía nos falta llegar a determinados sectores, , porque también hay cuestiones de culturización durante mucho tiempo, que cuesta removerlas y cuesta llegar a esos huecos todavía profundos de pobreza e indigencia.
Por eso creo que también quienes están organizados sindicalmente, que han logrado y han obtenido para sus representados mejoras y salarios importantes, también tienen que entender lo otro, todo lo que todavía falta, no para decir "me voy a quedar quieti-to y que me rebajen el sueldo", nadie pretende esto, simplemente mucha racionalidad para todos, porque en serio, muchas veces los que sí saben de qué se trata, los que durante muchísimos años y décadas utilizaron esas prácticas, esas peleas, esas pujas para luego voltear todo y aprovecharse, siempre están atentos y vigilantes, y como decía el General, "se fueron los atentos y quedaron los vigilantes".

De los políticos
Discutir en serio en qué dirección va el país, si es la correcta y si alguno tiene además algún proyecto o plan alternativo que mejore lo que estamos haciendo, yo estoy dispuesta a escucharlo, eso sí, le voy a pedir que mínimamente me demuestre que algo ha hecho antes, acreditar gestiones macro, gestiones de país, porque también esto es otra cuestión. Que nos cuenten cuál es el plan, con qué instrumentos, con qué medidas, con qué recursos, a quiénes llega, y quién pone los recursos.
Es hora de discutir en serio, sin slogans yo creo que las buenas instituciones y la buena calidad de la política no pasa por decir mejor calidad de la política, hay que hacerla la calidad de la política, y los que la tienen que hacer son los políticos, los que tienen necesidad no de decir "tengo un plan", porque cuando hablamos de recursos alguien pone, o pone el Estado o ponen otros, y cuando pone el Estado tiene que sacarlo de otros lados, no es que emite, que normalmente, cuando el Estado reduce esos recursos, afecta a los sectores más vulnerables, porque las ayudas del Estado normalmente van a los sectores más vulnerables

De la sociedad en general, de los consumidores:

También debemos saber quiénes venden a determinados precios, la rentabilidad, y también tenemos que saber defendernos frente a las cosas cuando nos quieren plantear escenarios o cuestiones mediáticas, o ilusiones, que poco tienen que ver con la realidad y que luego terminan impactando negativamente en los argentinos.
Entonces argentinos, defendámonos nosotros mismos de todos aquellos que quie-ren distorsionar, aprovechar, y también a todos los actores sociales, a todos los sectores involucrados, iniciar un debate importante acerca de estas cosas que por ahí algunos se horrorizan.
Pero es hora de que hablemos las cosas en serio en la República Argentina, porque tenemos ahora la oportunidad que nunca hemos tenido, porque tenemos los instrumentos en la mano, porque la historia del mundo se ha acomodado de una manera en materia de intercambio comercial entre países o economías emergentes y los países desarrollados, inclusive también geopolíticamente, se están experimentado grandes transformaciones geopolíticas muy importantes, que van a impactar en la economía,
Alguna vez tenemos que dar el salto histórico y de calidad en serio de dar por clausuradas determinadas cuestiones establecidas como políticas de Estado y logros de la sociedad, para pasar a otro estadio de discusiones en donde veamos qué hacemos con ciencia, con tecnología, cómo llegamos más y mejor, porque no podemos seguir discutiendo lo mismo que venimos discutiendo hace 200 años.

viernes, 18 de febrero de 2011

Frentes




Un movimiento político contiene dentro de si a muchos sectores. Siempre hay un sector que predomina y el resto se encuentra cerca, lejos y o directamente en los límites del movimiento. Y la pregunta que siempre me hago es: "¿Donde se encuentran los límites de cualquier gran movimiento político?". Mucho más frecuento la pregunta: "¿Donde están los límites del Kirchnerismo"?. Pero no al modo que La Nación o la academia colonizada lo haría afirmando que este gobierno de tinte populista no tiene límites con respecto al avasallamiento de las instituciones republicanas, sino en sentido contrario. ¿Cúales son los límites ideológicos y orgánicos de este movimiento de masas?. ¿Cuál sería el equilibrio que le permite tener a este Gobierno o cualquier gobierno de Coalición (más o menos institucionalizada) contener a actores tan diversos dentro de sus límites naturales? En fin, cuál es el denominador común que hace que -pese a las diferencias- distintas fuerzas se aglutinen en un mismo espacio.

La coalición que confroma el Frente Amplio uruguayo -de masivo apoyo popular- contiene dentro si al Partido Comunista, Partido Socialista, la Alianza Progresista, la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad, la Vertiente Artiguista, el Partido Obrero Revolucionario, etc. Es decir dentro de si confluyen sectores liberales y sectores de tendencia trotskista (http://por871-trotskista.blogspot.com/). Trotskistas, socialitas, liberales, tupamaros y parte de la clase media conviven -no sin rispideces- dentro de un espacio que forma Gobierno y lleva ya casi 6 años al mando de un país.
Lo mismo, aunque con una variable que amplía es espectro ocurre aqui. El Peronismo es sin duda el gran factor aglutinante del Kirchnerismo. Y aún luego de intentos de transversalidad lo sigue siendo. Pero no todo el Peronismo confluye en el kirchnerismo. Ciertos sectores de la CGT, Scioli (por el momento), Gioja parecen ser el límite interno del Kirchnerismo. Barrionuevo, Duhalde, Puerta, los defensores de Rucci se quedan afuera por una cuestión ideológica (el conocido clivaje izquierda-derecha).
Dentro del mismo peronismo tenemos del otro lado a las organizaciones juveniles peronistas. Historicamente de tendencia izquierdistas, defendiendo conceptos más ligados a la izquierda latinoamericana que al peronismo más tradicional (como lo es el concepto de liberación, presente en muchos cánticos actuales del conjunto de organizaciones que nuclean a la JP). Alli residen Kunkel, el Duhalde bueno, el Chivo Rossi, Descamisados, el MPR, La Cámpora y tantos otros.
Pero como el Kirchnerismo es una coalición informal, dentro de él hay actores como el PSOL, parte de Nuevo Encuentro, la Juventud Sindical, parte del PC, parte del PS, organizaciones de DDHH (Madres, Abuelas, parte de HIJOS), organizaciones de Gays, Lesbianas y Trans (y los Putos Peronistas, porque no?), cantantes populares, Colectivos de actores y actrices, periodistas, el FTV, parte de la CTA, movimientos sociales, la Tupac Amaru, 678 etc. Se quedan afuera aquellos que quieren hacer la revolución (los troskos) rechazando fuertemente la idea de que el peronismo es revolucionario.
¿Como articular, como congeniar con sectores tan disímiles? Como lograr una convivencia pacífica entre Luis D Elia y Scioli. Entre Gioja y las Madres de Plaza de Mayo. Entre Viviani y el PCCE (http://www.pcce.com.ar/). Mérito, si los hay, del campo nacional y popular.
Los que adoran a Perón, los que aún resienten el hecho de haber sido insultados en La Plaza y los que no lo quieren ("yo apoyo el modelo, pero no soy peronista").
Un día se inaugura un monumento a los caídos en el bombardeo a la plaza de mayo en 1955, al otro día se inaugura una escuela que se llama Juan Gelman. El salón de los patriotas del Bicentenario define muy bien los límites de los que estoy hablando. Basta ver quienes lo integran para delimitar el espacio ideológico del kirchnerismo.


Observando el estadio ayer, pensando en las 1000 escuelas, en los más de 20.000 voluntarios y militantes que se sumaron a las jornadas Néstor Kirchner me daba cuenta que lejos de la fragmentación que muchos vaticinaban luego de la muerte de Néstor y salvando las contradicciones lógicas de cualquier gran coalición el campo nacional y popular entiende lo mucho que costó llegar hasta aqui y lo poco cuesta destruir lo hecho. Entiende también que para continuar este proceso de -profunda- trasformación hace falta paciencia y a veces dejar de lado las posiciones "sectoriales" en pos de seguir resguardando ese denominador común. Sin el cual, no habría proceso de transformación alguno.

Las Ménades-J.C


Colosal cuento que hace mucho no releía.

Alcanzándome un programa impreso en papel crema, Don Pérez me condujo a mi platea. Fila nueve, ligeramente hacia la derecha: el perfecto equilibrio acústico. Conozco bien el teatro Corona y sé que tiene caprichos de mujer histérica. A mis amigos les aconsejo que no acepten jamás fila trece, porque hay una especie de pozo de aire donde no entra la música; ni tampoco el lado izquierdo de las tertulias, porque al igual que en el Teatro Comunale de Florencia, algunos instrumentos dan la impresión de apartarse de la orquesta, flotar en el aire, y es así como una flauta puede ponerse a sonar a tres metros de uno mientras el resto continúa correctamente en la escena, lo cual será pintoresco pero muy poco agradable.
Le eché una mirada al programa. Tendríamos El sueño de una noche de verano, Don Juan, El mar y la Quinta sinfonía. No pude menos de reírme al pensar en el Maestro. Una vez más el viejo zorro había ordenado su programa de concierto con esa insolente arbitrariedad estética que encubría un profundo olfato psicológico, rasgo común en los régisseurs de music-hall, los virtuosos de piano y los match-makers de lucha libre. Sólo yo de puro aburrido podía meterme en un concierto donde después de Strauss, Debussy, y sobre el pucho Beethoven contra todos los mandatos humanos y divinos. Pero el Maestro conocía a su público, armaba conciertos para los habitués del teatro Corona, es decir gente tranquila y bien dispuesta que prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer, y que exige ante todo profundo respeto por su digestión y su tranquilidad. Con Mendelssohn se pondrían cómodos, después el Don Juan generoso y redondo, con tonaditas silbables. Debussy los haría sentirse artistas, porque no cualquiera entiende su música. Y luego el plato fuerte, el gran masaje vibratorio beethoveniano, así llama el destino a la puerta, la V de la victoria, el sordo genial, y después volando a casa que mañana hay un trabajo loco en la oficina.
En realidad yo le tenía un enorme cariño al Maestro, que nos trajo buena música a esta ciudad sin arte, alejada de los grandes centros, donde hace diez años no se pasaba de La Traviata y la obertura de El Guaraní. El Maestro vino a la ciudad contratado por un empresario decidido, y armó esta orquesta que podía considerarse de primera línea. Poco a poco nos fue soltando Brahms, Mahler, los impresionistas, Strauss y Mussorgski. Al principio los abonados le gruñeron y el Maestro tuvo que achicar las velas y poner muchas «selecciones de ópera» en los programas; después empezaron a aplaudirle el Beethoven duro y parejo que nos plantaba, y al final lo ovacionaron por cualquier cosa, por sólo verlo, como ahora que su entrada estaba provocando un entusiasmo fuera de lo común. Pero a principios de temporada la gente tiene las manos frescas, aplaude con gusto, y además todo el mundo lo quería al Maestro que se inclinaba secamente, sin demasiada condescendencia, y se volvía a los músicos con su aire de jefe de brigantes. Yo tenía a mi izquierda a la señora de Jonatán, a quien no conozco mucho pero que pasa por melómana, y que sonrosadamente me dijo:
-Ahí tiene, ahí tiene a un hombre que ha conseguido lo que pocos. No solo ha formado una orquesta sino un público. ¿No es admirable?
-Sí -dije yo con mi condescendencia habitual.
-A veces pienso que debería dirigir mirando hacia la sala, porque también nosotros somos un poco sus músicos.
-No me incluya, por favor -dije-. En materia de música tengo una triste confusión mental. Este programa, por ejemplo, me parece horrendo. Pero sin duda me equivoco.
La señora de Jonatán me miró con dureza y desvió el rostro, aunque su amabilidad pudo más y la indujo a darme una explicación.
-El programa es de puras obras maestras, y cada una ha sido solicitada especialmente por cartas de admiradores. ¿No sabe que el Maestro cumple esta noche sus bodas de plata con la música? ¿Y que la orquesta festeja los cinco años de formación? Lea al dorso del programa, hay un articulo tan delicado del doctor Palacín.
Leí el artículo del doctor Palacín en el intervalo, después de Mendelssohn y Strauss que le valieron al Maestro sendas ovaciones. Paseándome por el foyer me pregunté una o dos veces si las ejecuciones justificaban semejantes arrebatos de un público que, según me consta, no es demasiado generoso. Pero los aniversarios son las grandes puertas de la estupidez, y presumí que los adictos del Maestro no eran capaces de contener su emoción. En el bar encontré al doctor Epifanía con su familia, y me quedé a charlar unos minutos. Las chicas estaban rojas y excitadas, me rodearon como gallinitas cacareantes (hacen pensar en volátiles diversos) para decirme que Mendelssohn había estado bestial, que era una música como de terciopelo y de gasas, y que tenía un romanticismo divino. Uno podría quedarse toda la vida oyendo el nocturno, y el scherzo estaba tocado como por manos de hadas. A la Beba le gustaba más Strauss porque era fuerte, verdaderamente un Don Juan alemán, con esos cornos y esos trombones que le ponían carne de gallina -cosa que me resultó sorprendentemente literal. El doctor Epifanía nos escuchaba con sonriente indulgencia.
-¡Ah, los jóvenes! Bien se ve que ustedes no escucharon tocar a Risler, ni dirigir a von Bülow. Esos eran los grandes tiempos.
Las chicas lo miraban furiosas. Rosarito dijo que las orquestas estaban mucho mejor dirigidas que cincuenta años atrás, y la Beba negó a su padre todo derecho a disminuir la calidad extraordinaria del Maestro.
-Por supuesto, por supuesto -dijo el doctor Epifanía-. Considero que el Maestro está genial esta noche. ¡Qué fuego, qué arrebato! Yo mismo hacía años que no aplaudía tanto.
Y me mostró dos manos con las que se hubiera dicho que acababa de aplastar una remolacha. Lo curioso es que hasta ese momento yo había tenido la impresión contraria, y me parecía que el Maestro estaba en una de esas noches en que el hígado le molesta y él opta por un estilo escueto y directo, sin prodigarse mucho. Pero debía ser el único que pensaba así, porque Cayo Rodríguez casi me saltó al pescuezo al descubrirme, y me dijo que el Don Juan había estado brutal y que el Maestro era un director increíble.
-¿Vos no viste ese momento en el scherzo de Mendelssohn cuando parece que en vez de una orquesta son como susurros de voces de duendes?
-La verdad -dije yo- es que primero tendría que enterarme de cómo son las voces de los duendes.
-No seas bruto -dijo Cayo enrojeciendo, y vi que me lo decía sinceramente rabioso-. ¿Cómo no sos capaz de captar eso? El Maestro está genial, che, dirige como nunca. Parece mentira que seas tan coriáceo.
Guillermina Fontán venía presurosa hacia nosotros. Repitió todos los epítetos de las chicas de Epifanía, y ella y Cayo se miraron con lágrimas en los ojos, conmovidos por esa fraternidad en la admiración que por un momento hace tan buenos a los humanos. Yo los contemplaba con asombro, porque no me explicaba del todo un entusiasmo semejante; cierto que no voy todas las noches a los conciertos como ellos, y que a veces me ocurre confundir Brahms con Brückner y viceversa, lo que en su grupo sería considerado como de una ignorancia inapelable. De todas maneras esos rostros rubicundos, esos cuellos transpirados, ese deseo latente de seguir aplaudiendo aunque fuera en el foyer o en el medio de la calle, me hacían pensar en las influencias atmosféricas, la humedad o las manchas solares, cosas que suelen afectar los comportamientos humanos. Me acuerdo de que en ese momento pensé si algún gracioso no estaría repitiendo el memorable experimento del doctor Ox para incandescer al público. Guillermina me arrancó de mis cavilaciones sacudiéndome del brazo con violencia (apenas nos conocemos).
-Y ahora viene Debussy -murmuró excitadísima-. Esa puntilla de agua, La Mer.
-Será magnifico escucharla -dije, siguiéndole la corriente marina.
-¿Usted se imagina cómo la va a dirigir el Maestro?
-Impecablemente -estimé, mirándola para ver cómo juzgaba mi advertencia. Pero era evidente que Guillermina esperaba más fuego, porque se volvió a Cayo que bebía soda como un camello sediento y los dos se entregaron a un cálculo beatífico sobre lo que sería el segundo tiempo de Debussy, y la fuerza grandiosa que tendría el tercero. Me fui de ronda por los pasillos, volví al foyer, y en todas partes era entre conmovedor e irritante ver el entusiasmo del público por lo que acababa de escuchar. Un enorme zumbido de colmena alborotada incidía poco a poco en los nervios, y yo mismo acabé sintiéndome un poco febril y dupliqué mi ración habitual de soda Belgrano. Me dolía un poco no estar del todo en el juego, mirar a esa gente desde fuera, a lo entomólogo. Qué le iba a hacer, es una cosa que me ocurre siempre en la vida, y casi he llegado a aprovechar esta aptitud para no comprometerme en nada.
Cuando volví a la platea todo el mundo estaba ya en su sitio, y molesté a la entera fila para alcanzar mi butaca. Los músicos entraban desganadamente a escena, y me pareció curioso cómo la gente se había instalado antes que ellos, ávida de escuchar. Miré hacia el paraíso y las galerías altas; una masa negra, como moscas en un tarro de dulce. En las tertulias, más separadas, los trajes de los hombres daban la impresión de bandadas de cuervos; algunas linternas eléctricas se encendían y apagaban, los melómanos provistos de partituras ensayaban sus métodos de iluminación. La luz de la gran lucerna central bajó poco a poco, y en la oscuridad de la sala oí levantarse los aplausos que saludaban la entrada del Maestro. Me pareció curiosa esa sustitución progresiva de la luz por el ruido, y cómo uno de mis sentidos entraba en juego justamente cuando el otro se daba al descanso. A mi izquierda la señora de Jonatán batía palmas con fuerza, toda la fila aplaudía cerradamente; pero a la derecha, dos o tres plateas más allá, vi a un hombre que se estaba inmóvil, con la cabeza gacha. Un ciego, sin duda; adiviné el brillo del bastón blanco, los anteojos inútiles. Sólo él y yo nos negábamos a aplaudir y me atrajo su actitud. Hubiera querido sentarme a su lado, hablarle: alguien que no aplaudía esa noche era un ser digno de interés. Dos filas más adelante, las chicas de Epifanía se rompían las manos, y su padre no se quedaba atrás. El Maestro saludó brevemente, mirando una o dos veces hacia arriba, de donde el ruido bajaba como bólidos para encontrarse con el de la platea y los palcos. Me pareció verle un aire entre interesado y perplejo; su oído debía estarle mostrando la diferencia entre un concierto ordinario y el de unas bodas de plata: Ni qué decir que La Mer le valió una ovación apenas algo menor que la obtenida con Strauss, cosa por lo demás comprensible. Yo mismo me dejé atrapar por el último movimiento, con sus fragores y sus inmensos vaivenes sonoros, y aplaudí hasta que me dolieron las manos. La señora de Jonatán lloraba.
-Es tan inefable -murmuró volviendo hacia mí un rostro que parecía salir de la lluvia-. Tan increíblemente inefable.
El Maestro entraba y salía, con su destreza elegante y su manera de subir al podio como quien va a abrir un remate. Hizo levantarse a la orquesta, y los aplausos y los bravos redoblaron. A mi derecha, el ciego aplaudía suavemente, cuidándose las manos, era delicioso ver con qué parsimonia contribuía al homenaje popular, la cabeza gacha, el aire recogido y casi ausente. Los «¡bravo!», que resuenan siempre aisladamente y como expresiones individuales, restallaban desde todas direcciones. Los aplausos habían empezado con menos violencia que en la primera parte del concierto, pero ahora que la música quedaba olvidada y que no se aplaudía Don Juan ni La Mer (o mejor, sus efectos), sino solamente al Maestro y al sentimiento colectivo que envolvía la sala, la fuerza de la ovación empezaba a alimentarse a sí misma, crecía por momentos y se tornaba casi insoportable. Irritado, miré hacia la izquierda; vi a una mujer vestida de rojo que corría aplaudiendo por el centro de la platea, y que se detenía al pie del podio, prácticamente a los pies del Maestro. Al inclinarse para saludar otra vez, el Maestro se encontró con la señora de rojo a tan poca distancia que se enderezó sorprendido. Pero de las galerías altas venía un fragor que lo obligó a alzar la cabeza y saludar, como raras veces lo hacía, levantando el brazo izquierdo. Aquello exacerbó el entusiasmo, y a los aplausos se agregaban truenos de zapatos batiendo el piso de las tertulias y los palcos. Realmente era una exageración.
No había intervalo, pero el Maestro se retiró a descansar dos minutos, y yo me levanté para ver mejor la sala. El calor, la humedad y la excitación habían convertido a la mayoría de los asistentes en lamentables langostinos sudorosos. Cientos de pañuelos funcionaban como olas de un mar que grotescamente prolongaba el que acabábamos de oír. Muchas personas corrían hacia el foyer, para tragar a toda velocidad una cerveza o una naranjada. Temerosos de perder algo, retornaban a punto de tropezarse con otros que salían, y en la puerta principal de la platea había una confusión considerable. Pero no se producían altercados, la gente se sentía de una bondad infinita, era más bien como un gran reblandecimiento sentimental en que todos se encontraban fraternalmente y se reconocían. La señora de Jonatán, demasiado gorda para maniobrar en su platea, alzaba hasta mí, siempre de pie, un rostro extrañamente semejante a un rabanito. «Inefable», repetía. «Tan inefable».
Casi me alegré de que volviera el Maestro, porque aquella multitud de la que yo formaba parte inexcusablemente me daba entre lástima y asco. De toda esa gente, los músicos y el Maestro parecían los únicos dignos. Y además el ciego a pocas plateas de la mía, rígido y sin aplaudir, con una atención exquisita y sin la menor bajeza.
-La Quinta -me humedeció en la oreja la señora de Jonatán-. El éxtasis de la tragedia.
Pensé que era más bien un título para película, y cerré los ojos. Tal vez buscaba en ese instante asimilarme al ciego, al único ser entre tanta cosa gelatinosa que me rodeaba. Y cuando veía ya pequeñas luces verdes cruzando mis párpados como golondrinas, la primera frase de La Quinta me cayó encima como una pala de excavadora, obligándome a mirar. El Maestro estaba casi hermoso, con su rostro fino y avizor, haciendo despegar la orquesta que zumbaba con todos sus motores. Un gran silencio se había hecho en la sala, sucediendo fulminantemente a los aplausos; hasta creo que el Maestro soltó la máquina antes de que terminaran de saludarlo. El primer movimiento pasó sobre nuestras cabezas con sus fuegos de recuerdo, sus símbolos, su fácil e involuntaria pega-pega. El segundo, magníficamente dirigido, repercutía en una sala donde el aire daba la impresión de estar incendiado pero con un incendio que fuera invisible y frío, que quemara de dentro afuera. Casi nadie oyó el primer grito porque fue ahogado y corto, pero como la muchacha estaba justamente delante de mí, su convulsión me sorprendió y al mismo tiempo la oí gritar, entre un gran acorde de metales y maderas. Un grito seco y breve como de espasmo amoroso o de histeria. Su cabeza se dobló hacia atrás, sobre esa especie de raro unicornio de bronce que tienen las plateas del Corona, y al mismo tiempo sus pies golpearon furiosamente el suelo mientras las personas a su lado la sujetaban por los brazos. Arriba, en la primera fila de tertulia, oí otro grito, otro golpe en el suelo. El Maestro cerró el segundo tiempo y soltó directamente el tercero; me pregunté si un director puede escuchar un grito de la platea, atrapado como está por el primer plano sonoro de la orquesta. La muchacha de la butaca delantera se doblaba ahora poco a poco y alguien (quizá su madre) la sostenía siempre de un brazo. Yo hubiera querido ayudar, pero menudo lío es meterse en las cosas de la fila de adelante, en pleno concierto y con gentes desconocidas. Quise decirle algo a la señora de Jonatán, por aquello de que las mujeres son las indicadas para atender esa clase de ataques, pero estaba con los ojos fijos en la espalda del Maestro, perdida en la música; me pareció que algo le brillaba debajo de la boca, en la barbilla. De golpe dejé de ver al Maestro, porque la rotunda espalda de un señor de smoking se enderezaba en la fila delantera. Era muy raro que alguien se levantara a mitad del movimiento, pero también eran raros esos gritos y la indiferencia de la gente ante la muchacha histérica. Algo como una mancha roja me obligó a mirar hacia el centro de la platea, y nuevamente vi a la señora que en el intervalo había corrido a aplaudir al pie del podio. Avanzaba lentamente, yo hubiera dicho que agazapada aunque su cuerpo se mantenía erecto, pero era más bien el tono de su marcha, un avance a pasos lentos, hipnóticos, como quien se prepara a dar un salto. Miraba fijamente al Maestro, vi por un instante la lumbre emocionada de sus ojos. Un hombre salió de las filas y se puso a andar tras ella; ahora estaban a la altura de la quinta fila y otras tres personas se les agregaban. La música concluía, saltaban los primeros grandes acordes finales desencadenados por el Maestro con espléndida sequedad, como masas escultóricas surgiendo de una sola vez, altas columnas blancas y verdes, un Karnak de sonido por cuya nave avanzaban paso a paso la mujer roja y sus seguidores.
Entre dos estallidos de la orquesta oí gritar otra vez, pero ahora el clamor venía de uno de los palcos de la derecha. Y con él los primeros aplausos, sobre la música, incapaces de retenerse por más tiempo, como si en ese jadeo de amor que venían sosteniendo el cuerpo masculino de la orquesta con la enorme hembra de la sala entregada, ésta no hubiera querido esperar el goce viril y se abandonara a su placer entre retorcimientos quejumbrosos y gritos de insoportable voluptuosidad. Incapaz de moverme en mi butaca, sentía a mis espaldas como un nacimiento de fuerzas, un avance paralelo al avance de la mujer de rojo y sus seguidores por el centro de la platea, que llegaban ya bajo el podio en el preciso momento en que el Maestro, igual a un matador que envaina su estoque en el toro, metía la batuta en el último muro de sonido y se doblaba hacia adelante, agotado, como si el aire vibrante lo hubiese corneado con el impulso final. Cuando se enderezó la sala entera estaba de pie y yo con ella, y el espacio era un vidrio instantáneamente trizado por un bosque de lanzas agudísimas, los aplausos y los gritos confundiéndose en una materia insoportablemente grosera y rezumante pero llena a la vez de una cierta grandeza, como una manada de búfalos a la carrera o algo por el estilo. De todas partes confluía el público a la platea, y casi sin sorpresa vi a dos hombres saltar de los palcos al suelo. Gritando como una rata pisoteada la señora de Jonatán había podido desencajarse de su asiento, y con la boca abierta y los brazos tendidos hacia la escena vociferaba su entusiasmo. Hasta ese instante el Maestro había permanecido de espaldas, casi desdeñoso, mirando a sus músicos con probable aprobación. Ahora se dio vuelta, lentamente, y bajó la cabeza en su primer saludo. Su cara estaba muy blanca, como si la fatiga lo venciera, y llegué a pensar (entre tantas otras sensaciones, trozos de pensamientos, ráfagas instantáneas de todo lo que me rodeaba en ese infierno del entusiasmo) que podía desmayarse. Saludó por segunda vez, y al hacerlo miró a la derecha donde un hombre de smoking y pelo rubio acababa de saltar al escenario seguido por otros dos. Me pareció que el Maestro iniciaba un movimiento como para descender del podio, pero entonces reparé en que ese movimiento tenía algo de espasmódico, como de querer librarse. Las manos de la mujer de rojo se cerraban en su tobillo derecho; tenía la cara alzada hacia el Maestro y gritaba, al menos yo veía su boca abierta y supongo que gritaba como los demás, probablemente como yo mismo. El Maestro dejó caer la batuta y se esforzó por soltarse, mientras decía algo imposible de escuchar. Uno de los seguidores de la mujer le abrazaba ya la otra pierna, desde la rodilla, y el Maestro se volvía hacia su orquesta como reclamando auxilio. Los músicos estaban de pie, en una enorme confusión de instrumentos, bajo la luz cegadora de las lámparas de escena. Los atriles caían como espigas a medida que por los dos lados del escenario subían hombres y mujeres de la platea, al punto que ya no podía saber quiénes eran músicos o no. Por eso el Maestro, al ver que un hombre trepaba por detrás del podio, se agarró de él para que lo ayudara a arrancarse de la mujer y sus seguidores que le cubrían ya las piernas con las manos, y en ese momento se dio cuenta de que el hombre no era uno de sus músicos y quiso rechazarlo, pero el otro lo abrazó por la cintura, vi que la mujer de rojo abría los brazos como reclamando, y el cuerpo del Maestro se perdió en un vórtice de gentes que lo envolvían y se lo llevaban amontonadamente. Hasta ese instante yo había mirado todo con una especie de espanto lúdico, por encima o por debajo de lo que estaba ocurriendo, pero en el mismo momento me distrajo un grito agudísimo a mi derecha y vi que el ciego se había levantado y revolvía los brazos como aspas, clamando, reclamando, pidiendo algo. Fue demasiado, entonces ya no pude seguir asistiendo, me sentí partícipe mezclado en ese desbordar del entusiasmo y corrí a mi vez hacia el escenario y salté por un costado, justamente cuando una multitud delirante rodeaba a los violinistas, les quitaba los instrumentos (se los oía crujir y reventarse como enormes cucarachas marrones) y empezaba a tirarlos del escenario a la platea, donde otros esperaban a los músicos para abrazarlos y hacerlos desaparecer en confusos remolinos. Es muy curioso pero yo no tenía ningún deseo de contribuir a esas demostraciones, solamente estar al lado y ver lo que ocurría, sobrepasado por ese homenaje inaudito. Me quedaba suficiente lucidez como para preguntarme por qué los músicos no escapaban a toda carrera por entre bambalinas, y en seguida vi que no era posible porque legiones de oyentes habían bloqueado las dos alas del escenario, formando un cordón móvil que avanzaba pisoteando los instrumentos, haciendo volar los atriles, aplaudiendo y vociferando al mismo tiempo, en un estrépito tan monstruoso que ya empezaba a asemejarse al silencio. Vi correr hacia mí un tipo gordo que traía su clarinete en la mano, y estuve tentado de agarrarlo al pasar o hacerle una zancadilla para que el público pudiera atraparlo. No me decidí, y una señora de rostro amarillento y gran escote donde galopaban montones de perlas me miró con odio y escándalo al pasar a mi lado y apoderarse del clarinetista que chilló débilmente y trató de proteger su instrumento. Se lo quitaron entre dos hombres, y el músico tuvo que dejarse llevar del lado de la platea donde la confusión alcanzaba su pleno.
Los gritos sobrepujaban ahora a los aplausos, la gente estaba demasiado ocupada abrazando y palmeando a los músicos para poder aplaudir, de modo que la calidad del estrépito iba virando a un tono cada vez más agudo, roto aquí y allá por verdaderos alaridos entre los que me pareció oír algunos con ese color especialísimo que da el sufrimiento, tanto que me pregunté si en las carreras y en los saltos no habría tipos quebrándose los brazos y las piernas, y a mi vez me tiré de vuelta a la platea ahora que el escenario estaba vacío y los músicos en posesión de sus admiradores que los llevaban en todas direcciones, parte hacia los palcos, donde confusamente se adivinaban movimientos y revuelos, parte hacia los estrechos pasillos que lateralmente conducen al foyer. Era de los palcos de donde venían los clamores más violentos como si los músicos, incapaces de resistir la presión y el ahogo de tantos brazos, pidieran desesperadamente que los dejaran respirar. La gente de las plateas se amontonaba frente a las aberturas de los palcos balcón, y cuando corrí por entre las butacas para acercarme a uno de ellos la confusión parecía mayor, las luces bajaron bruscamente y se redujeron a una lumbre rojiza que apenas permitía ver las caras, mientras los cuerpos se convertían en sombras epilépticas, en un amontonamiento de volúmenes informes tratando de rechazarse o confundirse unos con otros. Me pareció distinguir la cabellera plateada del Maestro en el Segundo palco de mi lado, pero en ese instante mismo desapareció como si lo hubieran hecho caer de rodillas. A mi lado oí un grito seco y violento, y vi a la señora de Jonatán y a una de las chicas de Epifanía precipitándose hacia el palco del Maestro, porque ahora yo estaba seguro de que en ese palco estaba el Maestro rodeado de la mujer vestida de rojo y sus seguidores. Con una agilidad increíble la señora de Jonatán puso un pie entre las dos manos de la chica de Epifanía, que cruzaba los dedos para hacerle un estribo, y se precipitó de cabeza en el interior del palco. La chica de Epifanía me miró, reconociéndome, y me gritó algo, probablemente que la ayudara a subir, pero no le hice caso y me quedé a distancia del palco, poco dispuesto a disputarles su derecho a individuos absolutamente enloquecidos de entusiasmo, que se batían entre ellos a empellones. A Cayo Rodríguez, que se había distinguido en el escenario por su encarnizamiento en hacer bajar los músicos a la platea, acababan de partirle la nariz de una trompada, y andaba titubeando de un lado a otro con la cara cubierta de sangre. No me dio la menor lástima, ni tampoco ver al ciego arrastrándose por el suelo, dándose contra las plateas, perdido en ese bosque simétrico sin puntos de referencia. Ya no me importaba nada, solamente saber si los gritos iban a cesar de una vez porque de los palcos seguían saliendo gritos penetrantes que el público de la platea repetía y coreaba incansable, mientras cada uno trataba de desalojar a los demás y meterse por algún lado en los palcos. Era evidente que los pasillos exteriores estaban atiborrados, pues el asalto mayor se daba desde la platea misma, tratando de saltar como lo había hecho la señora de Jonatán. Yo veía todo eso, y me daba cuenta de todo eso, y al mismo tiempo no tenía el menor deseo de agregarme a la confusión, de modo que mi indiferencia me producía un extraño sentimiento de culpa, como si mi conducta fuera el escándalo final y absoluto de aquella noche. Sentándome en una platea solitaria dejé que pasaran los minutos, mientras al margen de mi inercia iba notando el decrecimiento del inmenso clamor desesperado, el debilitamiento de los gritos que al fin cesaron, la retirada confusa y murmurante de parte del público. Cuando me pareció que ya se podía salir, dejé atrás la parte central de la platea y atravesé el pasillo que da al foyer. Uno que otro individuo se desplazaba como borracho, secándose las manos o la boca con el pañuelo, alisándose el traje, componiéndose el cuello. En el foyer vi algunas mujeres que buscaban espejos y revolvían en sus carteras. Una de ellas debía haberse lastimado porque tenía sangre en el pañuelo. Vi salir corriendo a las chicas de Epifanía; parecían furiosas por no haber llegado a los palcos, y me miraron como si yo tuviera la culpa. Cuando consideré que ya estarían afuera, eché a andar hacia la escalinata de salida, y en ese momento asomaron al foyer la mujer vestida de rojo y sus seguidores. Los hombres marchaban detrás de ella como antes, y parecían cubrirse mutuamente para que no se viera el destrozo de sus ropas. Pero la mujer vestida de rojo iba al frente, mirando altaneramente, y cuando estuve a su lado vi que se pasaba la lengua por los labios, lenta y golosamente se pasaba la lengua por los labios que sonreían.

Por Julio Cortazar.

viernes, 28 de enero de 2011

Para los que todavía no se dieron cuenta...


Palabras del presidente de la República Argentina, Dr. Néstor Kirchner
durante la inauguración de la IV Cumbre de las Américas, en Mar del
Plata. (2005)


Excelentísimos señores presidentes y señoras; señores vicepresidentes; señores enviados especiales; señores representantes de organismos internacionales; autoridades nacionales, provinciales y municipales;
señoras y señores: queremos darle la más calurosa bienvenida a esta hermosa ciudad de Mar del Plata, deseando que estas jornadas de trabajo fructifiquen en la construcción de un escalón más que jalone el camino de este proceso de Cumbre de las Américas.
Si esta construcción colectiva, que quiere abarcar la geografía americana que atraviesa la última década de su historia, tiene que integrar un tema central a su agenda para producir resultados que ayuden al
bienestar de nuestros pueblos, ese tema tiene que ser el lema de esta IV Cumbre, donde los señores presidentes y los representantes de los distintos países debemos dejar de hablar en voz baja para hablar
en voz alta y buscar los puntos de acuerdo y resolución que nuestro hemisferio necesita.
Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática, nos remite de lleno al
problema central que enfrentamos los países que pretendemos desarrollarnos. Debemos construir los consensos en cuanto a la importancia de preservar y fortalecer la comunidad de democracias en cuanto a
la convicción de defender a ultranza la plena vigencia de los derechos humanos, el sostenimiento de la paz y la lucha contra la delincuencia internacional, el narcotráfico y el lavado de dinero.
Un capítulo especial merece la obtención de consenso respecto de la lucha contra el terrorismo. La Argentina considera todos los actos de terrorismo, criminales e injustificables. No hay ninguna razón
racial, religiosa, ideológica o de cualquier otra naturaleza que pueda justificar el asesinato de civiles inocentes. Los argentinos tenemos un profundo sentimiento de solidaridad con las víctimas del terrorismo
en el mundo y con sus familiares. Fuimos víctimas en los casos de la Embajada de Israel y la AMIA, y comprometemos apoyo permanente a la obtención de la verdad y al combate contra el terrorismo.
Debemos construir consensos para terminar con la pobreza atávica, vencer a la indigencia y a la
exclusión, evitar la profundización de la brecha social, la degradación del medio ambiente, lasrecurrentes crisis, la necesidad de sostener a la educación como factor decisivo para el progreso
individual y social, fomentar el acceso al conocimiento y promover el crecimiento económico con equidad, crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática.
El lema que nos convoca nos hace percibir la necesidad y la presencia de nuevos paradigmas. Crear trabajo decente, cómo hacerlo de la mejor y más eficaz manera, está en la clave del debate sobre cuáles son los mejores caminos para lograr un desarrollo sustentable que garantice el bienestar de nuestros
pueblos, vinculado con los atributos de la libertad, la justicia, la seguridad y la protección, la creación de trabajo no sólo es un fundamental vehículo de integración social, sino que puede constituirse en la verdadera clave de la construcción de la gobernabilidad.
En la obtención de esos consensos para avanzar en el diseño que las nuevas políticas que la situación exige, no puede estar ausente la discusión respecto de si aquéllas habrán de responder a recetar únicas con pretensión de universales, válidas para todo tiempo, para todo país, todo lugar. Esa uniformidad que pretendía lo que dio en llamarse el “Consenso de Washington” hoy existe evidencia empírica respecto del fracaso de esas teorías. Nuestro continente, en general, y nuestro país, en particular, es prueba trágica
del fracaso de la “teoría del derrame”
.
Por supuesto, la crítica de ese modelo no implica ni desconocer ni negar la responsabilidad local, la responsabilidad de las dirigencias argentinas. Nos hacemos cargo como país de haber adoptado esas políticas, pero reclamamos que aquellos organismos internacionales, que al imponerlas, contribuyeron,
alentaron y favorecieron el crecimiento de esa deuda, también asuman su cuota de responsabilidad. (Aplausos).
Las consecuencias nefastas que las políticas de ajuste estructural y del endeudamiento externo tuvieron
para el pleno ejercicio de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales y culturales, se viven y recorren trágicamente el mapa de la inestabilidad latinoamericana. No se trata de ideología, ni siquiera de política, se trata de hechos y de resultados.

Son los hechos los que indican que el mercado por sí solo no reduce los niveles de pobreza y son los hechos también los que prueban que un punto de crecimiento en un país, con fuerte inequidad, reduce la
pobreza en menor magnitud que en otro con una distribución del ingreso más igualitaria.
Los resultados de las recetas que criticamos son los que se vieron reflejados en la crisis argentina del 2001 y en la caída de varios gobiernos democráticos de la región, algunos de ellos transitando aún una preocupante inestabilidad institucional.
Es entonces la experiencia regional y no la teoría de las burocracias de los organismos multilaterales, la que demuestra que lo aconsejable es dejar que, en un marco de racionalidad, cada país pueda elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social. Esa racionalidad de la que hablamos, debe permitir
su verificación en resultados cuantificables económica y socialmente.
Una nueva estrategia de desarrollo tiene que apuntar a obtener fuentes de recursos que deriven del esfuerzo y trabajo diario de nuestros ciudadanos. Necesitamos crear, producir, exportar bienes y servicios, innovaciones científico técnicas y creaciones culturales.
De la fe ciega y excluyente en el mercado, el objetivo aconsejado o impuesto de reducir o minimizar el rol de los gobiernos, hacer desaparecer al Estado y avanzar en la degradación de la política, debemos
pasar a la generación de una nueva estrategia de desarrollo de crecimiento sustentable, con equidad, calidad institucional, ejercicio de la representación, el control y la participación ciudadana.
La equidad es central, promueve el crecimiento y la eficacia, a través de la sustentabilidad política y social, posibilitando un mejor uso de los recursos humanos y ello revierte en viabilidad económica. Para lograr equidad es fundamental la creación de empleo digno.
En nuestro país, con mucho esfuerzo compartido, pero sin ayuda alguna del Fondo Monetario
Internacional, tras reducir en términos netos más de 14.900 millones de dólares nuestra deuda con organismos multilaterales de crédito, y obtener una exitosa reestructuración de la deuda, superando el
default, hemos logrado importantísimos avances en esta lucha por la equidad.

Durante nuestro Gobierno la pobreza bajó del 57.5 por ciento al 37.7 por ciento y salieron de la pobreza 5.600.000 personas y abandonaron la indigencia 5.300.000 personas. Entre el primer semestre de 2003 y el primer semestre de 2005, un 33.5 por ciento de los hogares que eran pobres dejaron de serlo, es decir
uno cada tres. En el mismo período un 53.4 por ciento de los hogares que eran indigentes dejaron de serlo, es decir más de uno de cada dos.
La baja del índice de la población en condiciones de indigencia fue del 27.5 al 12.6; entre junio de 2003 y agosto de 2005, el índice general de salarios creció un 28.74 ubicándose un 16.49 por encima del crecimiento de la canasta básica de alimento y un 13.85 por encima de la canasta básica local.
La tasa de desocupación descendió de tal modo que un 32 por ciento de los desocupados y el 28 por ciento de los subocupados dejaron de serlo. Los índices siguen mejorando hasta ubicarse, para esta última
medición mensual, en un 10.3, luego de estar en el 24 por ciento. Aumentó el empleo genuino, mientras declinaban los planes de empleo, los empleos con cobertura de la Seguridad Social crecieron más velozmente que el nivel de empleo, alcanzando el nivel más alto de la serie 5.536.000 a razón de un 25
por ciento y un 10.7 por ciento en este último año.
Por primera vez en años disminuye la desigualdad en tanto el quintín de los ingresos más altos, pierde a favor de los quintines más bajo un 2.1 por ciento. La Argentina está logrando con grandes esfuerzos,
repito, retomar la senda del desarrollo y ha alcanzado un importante y sostenido crecimiento de su economía, a la vez, ha logrado reducir, como vimos, de manera significativa los índices de desocupación,
de pobreza e indigencia.
Los indicadores muestran, después de la salida de la crisis, un crecimiento sostenido de la economía, una situación superavitaría de las cuentas fiscales por tercer año consecutivo y externas, junto con una
recomposición de las reservas. Argentina creció el 8.8, en 2003; el 9 en 2004 y en el primer semestre de 2005 superó el 9 por ciento.
El superávit primario consolidado se ubica en un 5 por ciento del PBI y las reservas crecieron de menos de 10 mil millones de dólares a más de 26 mil millones de dólares. Las exportaciones tienen grandes
posibilidades de llegar este año a 40 mil millones de dólares, estimándose su crecimiento en un 15 por ciento haciendo crecer el superávit comercial. Desde la salida del default, Argentina se consolida como
una oportunidad para las inversiones productivas.
La matrícula de la enseñanza primaria y el número de alumnos que empiezan primer grado, se ubican por encima del 91.5 por ciento y el 86.9 por ciento respectivamente, y la población analfabeta no supera el 3
por ciento, llegando la alfabetización de la mujer al 97.4 por ciento.
El retorno de la educación técnica y la mayor inversión en educación, que del 2 por ciento del PBI ya creció al 4, y la haremos crecer hasta el 6 por ciento, antes de 2010, juntamente con la discusión de un
nuevo modelo educativo potenciarán nuestras posibilidades de construir un mejor futuro.
La tasa de mortalidad infantil ha descendido significativamente pasando del 16.8 por mil hasta ubicarse en el actual cercano de 12 por mil. La fuerte inversión en salud pública, vivienda e infraestructura nos posibilitará mejorar aún más.
En estos números no hay magia ni milagro, se condensa mucho esfuerzo y trabajo. Concebimos que esta mejora contribuye a la estabilidad y al equilibrio de Sudamérica, es el resultado de haber construido
sobre los pilares del trabajo, la producción, el consumo y la exportación, en un marco de sano equilibrio
macroeconómico.
Lamentablemente, en ese proceso de recuperación, expansión y transformación no contamos con la ayuda
del Fondo Monetario Internacional, que si apoyó y financió, en el orden de los 9 mil millones de dólares hasta semanas antes del colapso, el régimen de convertibilidad, déficit fiscal y endeudamiento.
Aquella
cifra, curiosamente, es casi equivalente a la deuda total que tiene mi país con ese organismo.
En síntesis, en un ejercicio que podemos calificar de perverso, sin temor a equivocarnos, se le dieron fondos frescos, dinero constante y sonante, no sólo a los que no pagaban, sino a los que seguían gastando
y mantenían un déficit fiscal crónico. Hoy, lo que se le niega a la Argentina, no son ya fondos o nuevos préstamos que no hemos solicitado y que, obviamente, ni pensamos hacerlo, (aplausos) es algo mucho
peor, se nos niega la refinanciación si no aceptamos determinadas condicionalidades que no son otras que las mismas políticas que nos condujeron al default.
Para la Argentina, que corría hacia el abismo, había ayuda y fondos frescos; para la Argentina que con
esfuerzo y soledad se recupera, no hay refinanciación. Merecería esta situación que García Márquez le dedicara unos párrafos de su “realismo mágico”
. (Aplausos)
Por si todo esto fuera poco, como en tantos países en desarrollo, continuamos siendo afectados tanto por
esa visión arcaica del tema de la deuda, como por un sistema de comercio internacional injusto para los productos agrícolas, donde los subsidios y medidas paraarancelarias de los países desarrollados, continúan
impidiendo que nuestros países puedan crecer plenamente con sus recursos genuinos. (Aplausos) Es como si se pretendiera que cayesen sobre nosotros las diez plagas de Egipto.
En este punto es necesario advertir que a la ahora de analizar el sistema de comercio internacional, subsidios agrícolas o barreras arancelarias, hay que tener en cuenta las asimetrías y los diferentes grados
de desarrollo. Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual
tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes, no sólo es una mentira sino que, además, resulta una trampa mortal. Trampa que primero atrapa y afecta a los débiles, pero que
luego de un modo u otro, también termina llegando a los poderosos.
Existe hoy un claro consenso internacional en torno a la necesidad de reformar y actualizar los organismos surgidos de Breton Wood, así como respecto a la necesidad de introducir mejoras en el funcionamiento
del sistema financiero para una economía globalizada. No es capricho, es simplemente aceptar una nueva realidad mundial.
Lamentablemente en lo específico de las reformas, la discusión parece haberse centrado más en el tema de las representaciones y los poderes de voto, que en los temas sustanciales.
La visión de los funcionarios en relación a los países emergentes, parece agotarse en la preocupación central de sólo mejorar los sistemas de alerta temprana respecto de las crisis, evaluar el modo de
resolverlas y encontrar el financiamiento de su prevención.
Pretendemos que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial cumplan el rol contracíclico para el cual fueron creados, eviten el sistema de condicionalidades cruzadas, aumenten el grado de
transparencia de sus operaciones, reduzcan los costos de su funcionamiento y mejoren su capacidad de préstamo. (Aplausos)
No parece mal que trabajen activamente en cooperación con el sector financiero privado u otros sectores de la economía, pero deben cuidadosamente evitar quedar prisioneros o ser los gestores de los intereses
particulares.
Si estos temas se abordan correctamente, la discusión sobre la representatividad adquiere sentido; de lo contrario, el esfuerzo en la supuesta reinvención será mayor que los beneficios que genere.
En cuanto al sistema financiero en su conjunto, en materia de deuda externa debe adoptárselo de mayor justicia, dejando de pretender trato igualitario a quienes están en situaciones distintas. Privilegiar el
ahorro sobre la especulación y la participación de los ahorristas sobre la de los grandes operadores concentrados, usualmente, tenedores de información privilegiada.
Exige privilegiar a los inversores minoristas, a los acreedores originales de las emisiones de deuda, a los acreedores en una etapa de precrisis. En todo caso, no puede privilegiarse a quienes resulten acreedores de la etapa poscrisis.
Hemos dicho que no aconsejamos a nadie de “defaultear” su deuda, si se puede evitarlo. Decimos ahora que cumpliremos nuestros compromisos con quienes han participado de nuestro proceso de reestructuración, a quienes consideramos hoy nuestra prioridad en nuestros pagos.
El Fondo Monetario Internacional no puede pretender condicionamientos que resulten contradictorios entre sí y opuestos a nuestras posibilidades de crecimiento ni exigir la devolución de fondos que en plena
crisis destinó a financiar un programa condenado al fracaso de manera inmediata.
Nuestra capacidad de pago debe medirse en función de los compromisos contraídos en la reestructuración de la deuda y en nuestra capacidad de crecimiento. Si afectásemos nuestro crecimiento, afectaríamos
nuestra capacidad de pago y en eso respetaremos nuestras prioridades acudiendo a los remedios que el sistema pone a nuestro alcance.
Esperamos que el Fondo Monetario Internacional sepa escuchar y, sobre todo, comprender y entender. Se trata de negociar con sinceridad y buena fe.
Para el desarrollo que buscamos, nuestra pertenencia al Mercosur, como el mercado regional de lo propio y de la naciente Comunidad Sudamericana, es primordial. Hemos asumido trascendentes desafíos que sólo
estaremos en condiciones de encarar con razonables posibilidades de éxito, mediante la coordinación de posiciones y acciones.
Por eso, seguimos pensando que no nos servirá cualquier integración; simplemente, firmar un convenio no será un camino fácil ni directo a la prosperidad. (Aplausos)
La integración posible será aquélla que reconozca las diversidades y permita los beneficios mutuos. Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía de prosperidad en una sola dirección. Un acuerdo no
puede resultar de una imposición en base a las relativas posiciones de fuerza. Por el contrario, como en otras latitudes -está allí el testimonio de la Unión Europea-, los acuerdos de integración comercial deben
contemplar salvaguardas y compensaciones para que los que sufren atrasos relativos, de modo que el acuerdo no potencie sus debilidades. Ese es un modo no sólo aceptable, sino fundamentalmente viable.
La integración será posible en la medida que se atiendan las asimetrías existentes y si las negociaciones satisfacen los intereses fundamentales de cada país, especialmente, en materia de acceso a los mercados
sin restricciones.
Es que el problema del desarrollo de las economías emergentes, en un marco de equidad, no debe abordarse desde el punto de vista de los países desarrollados, como si fuera un asunto de beneficencia respecto de los que menos tienen.
En este sentido, respecto a nuestro continente, como hoy se lo decía al señor presidente de los Estados Unidos, sigo creyendo que por las cuestiones de liderazgo en la región, su Nación, su país, la Nación de los
Estados Unidos, tiene una responsabilidad ineludible e inexcusable para ayudar a ir dándole el lugar y la posición definitiva y final a este marco de asimetrías que tanta inestabilidad han traído a la región.
Creo que su rol de primera potencial mundial es insoslayable. No se trata de un juicio de valor, sino de un dato de la realidad. Creemos que el ejercicio responsable de ese liderazgo en relación a la región, debe
considerar necesariamente que las políticas que se aplicaron no sólo provocaron miseria y pobreza, en síntesis la gran tragedia social, sino que agregaron inestabilidad institucional regional que provocaron la
caída de gobiernos democráticamente elegidos en medio de violentas reacciones populares, inestabilidad que aún transitan países hermanos.
Peor aún, no podemos ignorar datos estadísticos que dan cuenta de un creciente y preocupante desapego por el sistema democrático de los habitantes de distintos lugares de nuestra región como consecuencia de
la falta de una digna calidad de vida. Llegamos así y por esa vía a un rejuntado paradojal: en nombre de la democracia tenemos menos democracia.
Los países con mayor desarrollo deben asociarse a las estrategias de crecimiento sustentable de los países menos desarrollados en la inteligencia de que allí está su conveniencia, ayudando a que el mundo sea más estable, seguro y pacífico.
Nuestro país considera a la democracia un valor universal que no constituye patrimonio de ningún país o región, y nuestro Gobierno orienta sus esfuerzos a mejorar su calidad, reforzando el Estado de derecho y
asegurando la imparcialidad e independencia de la Justicia, así como implementando los tratados internacionales en materia de derechos humanos que forman parte de nuestra Constitución.
Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente. Debemos hacer que el Estado ponga allí, donde el mercado fluye y abandona. Es el Estado el que debe actuar como el gran
reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad del acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo
el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno.
En el centro de la realidad política regional está el cambio y un lugar nodal en ese cambio, lo ocupa la creación de trabajo decente. Y en este punto, es donde adquiere especial relevancia el otro término
inseparable de la ecuación, el rol de la inversión y las empresas, rol que debe ser ejercido con responsabilidad social.
Es lógico que la rentabilidad sea el valor central de cualquier emprendedor, pero también debe buscarse
el equilibrio que contribuya a alimentar el círculo virtuoso de la economía.
Sin enfrentar eficazmente la pobreza y la exclusión y dando trabajo, no habrá bienestar. La falta de bienestar en nuestros pueblos, es la raíz de las mayores inestabilidades. La gobernabilidad estará en riesgo si no creamos trabajo.
No lo proclamamos desde ninguna teoría, invitamos a ver los sufrimientos y los logros que tuvo la Argentina, invitamos a ver la durísima experiencia que hemos tenido, invitamos a tener en cuenta la paulatina recuperación de nuestra autoestima, el fortalecimiento de nuestras instituciones y la tarea fundamental de crear trabajo decente tras el norte de la equidad y la inclusión social.
Debemos lograr que la globalización opere para todos y no para unos pocos. Por eso sostenemos que la integración económica regional y en la multilateralidad política se encuentran las llaves de un porvenir
donde el mundo sea un lugar más seguro.
Esperamos que estas jornadas de trabajo nos sirvan para representar mejor a nuestros pueblos, que los presidentes tengamos todo el coraje que la hora y el tiempo indican, que tengamos la fuerza y la
fortaleza de plantear nuestra verdad relativa, que tengamos también la capacidad de escuchar al otro y de buscar en la verdad relativa de uno y del otro esa verdad que nos pueda sintetizar en la construcción de los nuevos tiempos que deseamos. Pero hay que hablar claro, tenemos que decir lo que pensamos.
Nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias, ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja; es fundamental hablar con mucho respeto y en voz alta, para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y
la posibilidad de construir obviamente un mundo distinto y una región que esté a la altura de las circunstancias que sé que los presidentes desean y quieren.
Así que, les agradezco profundamente vuestras presencias en esta Cumbre, les agradezco profundamente la participación activa que tienen y, desde la Argentina, con absoluta responsabilidad y humildad, hemos
querido dejar en claro cuál es la visión relativa que tenemos de la etapa y del tiempo que nos toca vivir.
Muchísimas gracias.


Este es, a mi entender, uno de los mejores discursos alguna vez pronunciados por un Presidente Argentino. Dado el contexto y los Presidentes presentes en la Cumbre es necesario entender (en especial aquellos que todavía no se dieron cuenta) que la Argentina cambió y no necesita más la aprobación (o visitas) del Presidente de EEUU .

miércoles, 12 de enero de 2011

De cambios culturales


¿De qué hablamos cuando hablamos de Cambio Cultural?
Como diría la compañera Garré como sociedad fuimos victimas durante un largo rato de diversos atropellos. Algunos más graves que otros. Algunos más exitosos que otros. Uno de los más significativos y profundos fue -a mi entender- la deslegitimación del accionar estatal.
Exisitió, desde fines de los 80 hasta el 2003, una campañar deliberada y planificada de ciertos sectores (externos e internos) para desprestigiar la política y -logicamente- a los políticos. Fue un discurso avasallador e único. Fue un mensaje desmoralizador, de desprestigio contra el rol -yo diría- histórico del "Estado de bienestar" (lo que habían dejado lo milicos de él) argentino. El mensaje era la no participación política, la no resistencia, la quietud. La quietud y parálisis de los sectores que habían sido por demás dinámicos a lo largo de la historia.
Los dirigentes y políticos se convertían facilmente en presas de la banalización. Tildados de ignorantes, ineficientes, poco serios y corruptos. Era simple y claro. Ni la política servía y los políticos eran todos corruptos e inútiles. El objetivo no era tan claro en ese entonces. El avance y el fortalecimiento del sector privado y las corporaciones como nuevos grandes tomadores de decisiones a nivel nacional.
El Estado entonces, quedaba relegado a un plano invisible. Dada su gran ineficiencia debía ser cooptado por personas espeializadas que tuvieran "criterios gerenciales" y que basaran sus decisiones en la "eficiencia" y la rentabilidad económica.
Las construcciones colectivas son abandonadas por el YO. La militancia política y social (que caracterizó los 70 y principios de los 80) desaparece. Los jóvenes dejan de creer en ideas y proyectos. Se alejan de la política (como asi también muchos de nuestro país). Se generaliza el esceptisismo y la desesperanza.
Fue un cambio atroz.
Siguiendo la misma lógica -perversa, agregaría yo-. Se convenció a toda una sociedad que la manera de solucionar la pobreza era a través de la limosna. La solidaridad y las obras caritativas irían a solucionar la pobreza ante la ausencia de un Estado (que para colmo era impotente e inútil). Fuimos programados para creer que a los pobres se les tiraba lo que sobrara y que asi estarían bien. Proliferaron las ONG, fue la década de oro de la Cruz Roja y Cáritas. El Estado no debía ocuparse de esas cosas. Nada de trabajo, inclusión social, educación, vivienda, salud, etc. Con la solidaridad bastaba.
Y lo mismo ocurrió con la economía. Nos acostumbramos a pensar que lo correcto y lógico era que el FMI viniera a monitorear nuestra polítca económica. Acceptamos casi naturalmente que el Gerente del FMI le diera órdenes a nuestro Ministro de Economía y que el Ministro de Economía le diera órdenes al Presidente de turno. Se trataban de un evento nacional (que mantenía a todos en vilo) las "misiones" del FMI para que ellos aprobaran o desaporbaran cuanto de las metas que ellos habían impuesto habíamos logrado alcanzar.
Todos sabíamos el nombre del Gerente del FMI, como asi también el riesgo país. Estaba bien visto por aquel entonces endeudar al país, Menem salía en la tapa de la revista TIME y los diarios titulaban cosas como: "Los mercados respondieron bien al nombramiento de Lopez Murphy como Ministro de Economía".
¿Quienes eran los mercados?
¿Qué decía la gente sobre dicho nombramiento?
¿Porqué se ponían contentos los mercados? O tristes?
Los Derechos Humanos habían desaparecido del vocabulario popular (con algunas exepciones, por supuesto). Se dictaron las leyes de obediencia debida y punto final. Se indultó a unos cuantos. La más atroz impunidad reinaba por aquel entonces. Menem quiso hacer en la ESMA un monumento a la reconciliación. Menos mal que aquellas exepciones que mencioné no lo dejaron. Nuestra reserva moral de pañuelos blancos y gran coraje se opuso, por suerte.

Pero todo esto un día comenzó a cambiar. Algunos lo llamaría cambio de paradigma, yo lo llamo cambio cultural.
El Estado volvió a ser el gran articulador social, político y económico. La política volvió a ser esa herramienta de transformación tan importante como lo fue alguna vez en este suelo. La economía volvió a subordinarse a las necesidades sociales y políticas. Se revalorizó nuevamente la militacia y el compromiso por las ideas. Se politiza (y polariza) nuevamente la sociedad. La discusión vuelve a ser propia de los jóvenes. El terreno político se llena de participantes. Colman LA plaza banderas con un mismo nombre. Se rompe (aunque a veces siento que quedan raigambres dificiles de remover) el individualismo voraz como motor de ascenso social y se apunta a una construcción colectiva, de inclusión y participativa.
Se avanza con la idea de deslegitimación de la caridad como solución a los problemas sociales. El Estado pone enfasis nuevamente de crear las condiciones -a través de un modelo productivo- para que los sectores tremendamente perjudicados con el modelo neoliberal tengan un trabajo, educación, dignidad, derechos.
Los Derechos Humanos dejan de ser propiedad intelectual (falsa, por otro lado) de la UNESCO. Pasan a ser patrimonio del pueblo. Del monumento de reconciliación propuesto por Menem al Museo de la Memoria, propuesto por Kirchner.
Eso es lo que yo llamo un cambio cultural.

Es verdad que aún estamos lejos de lo que uno quisiera (como siempre). Pero cuan lejos estamos también de las relaciones carnales, del ALCA, el FMI, de las ferraris, de lo aburrido, de los tapados de pieles, de Dominique Strauss-Kahn, de la desesperanza, de irnos a España, de Tinelli burlandose de De la Rua, etc etc etc.
Por eso, la madre de todas de las batallas (la batalla cultural) es algo irrenunciable.