martes, 4 de enero de 2011
141 años.
No puedo dejar de indignarme como si fuese la primera vez.
He leído cientos de editoriales de la "tribuna de doctrina" (nombre excelentemente adjudicado) a la largo de estos últimos años. He leído sus párrafos en contra del matrimonio igualitario, he leído sus argumentos en contra de las estatizaciones de los fondos jubilatorios, he advertido como fogoneaban con odio la discusión de la 125, etc. Les he leído, los he entendido. Sin embargo y a pesar de saber quienes (es decir, que intereses) estan detrás de la "tribuna de doctrina" hay cuestiones que resultan sumamente indignantes. A saber, lo expuesto en su última editorial sobre la libertad de prensa.
Yo me pregunto, basicamente, escribirían lo mismo que escriben ahora los ideólogos de La Nación sobre la libertad de prensa durante la última dictadura (o cualquier otra dictadura)? Gastarían horas, tiempo y espacio entre sus hojas en los años del terror, de la censura más violenta que la Argentina haya podido conocer? Habrán denunciado la desaparición de miles de periodistas, militantes, activistas resaltando sus valores republicanos? Habrán los Mitre y su "tribuna de doctrina" escrito sobre el progreso que significaba la desindustralización del país, el endeudamiento escandaloso, el vuelco del sistema productivo a una economía de serivicios?
Mordaza, perpetuación del poder, restringir la libertad, extremos canallescos, delitos de lesa humanidad. Todos adjetivos que describen a aquellos que detentaron el poder durante los años 1976-1982. Años en los cuales La Nación no solo calló, sino que acompañó (http://www.elargentino.com/nota-31973-Sobre-el-diario-La-Nacion.html) con obsecuentes editoriales las líneas políticas, económicas y hasta bélicas del los militares.
Sus dos principales figuras y testaferros ideológicos: Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá que se llenan la boca hablando de la república y la libertad de prensa fueron -y esto es de público conocimiento- defensores del proceso. Proceso que aniquiló la libertad de prensa y las instituciones republicanas.
Y si bien -como diría Rodolfo- la realidad es casi incontable aqui no se trata de si hay o no libertad de prensa. Mucho menos de ideas republicanas. Aqui se trata de intereses, de formas de concebir la política y la democracia.
La Nube Tóxica de la que se habla en la editorial se llama -en realidad- reivindicaciones de los pueblos, se llama reparaciones históricas, se llama amplitud de voces, se llama el fin de los privilegios para unos pocos, se llama el fin de la impunidad para los complices de genocidios, se llama la lucha contra los monopolios, se llama la hora de los pueblos, se llamara reivisionismo histórico, se llama cambio cultural. Esa nube tóxica denunciada en múltiples ocaciones por la SIP (institución de "enorme" prestigio) no es más que la cristalización de esos cambios que ocurren en toda la región andina. Ese cambio cultural y "dignificante" de países enteros que decidieron poner un punto final a las dominaciones foráneas y de las pequeñas elites y minorías que gobernaron nuestras sociedades por decenas de años. En Bolivia trataron de quebrar al Gobierno de Morales con reclamos autonomistas, en Ecuador y Venezuela con rebeliones armadas y en Brasil y Argentina con incesantes críticas de los medios que controlan la opinión pública.
Suenan a temor y a derrota las palabras de la editorial de La Nación. Suenan a un llamado desesperado a atacar a un Gobierno que si hay algo que ha preservado es la libertad de prensa que ha -entre otras cosas- habilitado a los grandes medios de comunicación a decir cualquier barbaridad y blasefemia de nuestra Presidente (y de otros personalidades) y otras cuantas grandes mentiras y distorciones de la realidad. Ha permitido a un grupo de periodistas a convertirse casi en un partido político desde donde militan sus intereses e ideas varios políticos, empresarios y periodistas "independientes".
Pero La Nación prefiere la "libertad de prensa" que reinaba en la dictadura a la actual. Por esos años reinaba la lógica monopólica en la cual 2 socios -con aval dictatorial- controlaban la distribución de papel para todos los diarios de la Argentina. Por esos años se respiraba más pluralidad de voces, de opiniones?. Por aquellos años un periodista que se dirigiera a las autoridades de la forma en que se hace hoy, simplemente desaparecía. Pero no importa, era monto.
Por eso concluyo, sin la certeza de ser escuchado, que aquellos que siempre fueron dueños de la historia (como asi también de todas las otras cosas) ven nubes donde hoy hay sol.
Esta publicación surge a raíz de el siguente artículo editorial: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1338560
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