miércoles, 10 de noviembre de 2010
Y UN DÍA LA MARCHA PERONISTA VOLVIÓ A SONAR EN LA PARROQUIA (Crónica del homenaje que el Bajo Flores rindió a Néstor)
Sábado al medio día, en el fondo del comedor los muchachos del barrio trabajan bajo el sol en lo que pretende ser una canchita. En unas horas lograrán lo que nosotros en un mes. La diferencia es notable, cuentan con el físico y las herramientas correctas, pero las ganas son las mismas. Desde los parlantes de uno de los autos, la cumbia suena de fondo mientras el olor del asado, en manos de Cantinflas, intenta a recorrer el aire. Las cervezas frías empiezan a cumplir la tarea para las que fueron inventadas: refrescar. Alguno pide vino cortado con gaseosa y un poco de hielo, “más fresquito” dice. Mientras tanto, la Mami prepara unos patty para matar la espera.
Afuera, Ale y Sole siguen volanteando en la feria. Es el día de la caminata en homenaje al compañero Néstor. La gente se acerca y nos pregunta el horario desde donde arranca la columna. Algunos ya vieron los carteles que Guille y Pili construyeron con mano artesanal, reciclando los afiches del acto del Luna, en un collage nac&pop digno del Bellas Artes. Otros escucharon la FM Bajo Flores los días previos, donde la voz del locutor peronista invitaba a los vecinos con tono afectivo y sentido.
Flameadores, listos, bombos, listos, carteles, listos. Son las tres de la tarde y el resto de los cumpas siguen llegando. Ceci no para de ir de un lado a otro, avisando por teléfono para que a nadie se le ocurra faltar por el calorcito. Aguz (si, con z) tiene los volante con las medidas del gobierno en los últimos años, Dani lucha contra el viento para domar el flameador. El sol no afloja. Estamos en la esquina agitando los parches y cantando. Ya somos unos cuantos.
Los pibes más chicos, los del comedor, quieren su protagonismo. Reclaman el redoblante y el zurdo. El gordo Abraham sostiene un cartel que dice “Néstor Vive en la Asignación Universal”, aunque quizá no entienda bien de que se trata, tiene el futuro en sus manos. Por atrás ya se ven las banderas de la Martín Fierro. Y arrancamos.
Mami tiene en sus ojos esa llama, ese fueguito de quien hace lo que sabe hacer, lo que ama. Se siente como en años anteriores, vuelve a sentir la política pasándole por el cuerpo. Como a Néstor, o casi.
De a poco, los vecinos se van sumando. Muchos miran desde sus casas. Y la emoción se hace presente al caminar entre los pasillos de la villa 1-11-14. Esa villa tan temida, la más jodida, la de los narcos según muchos periodistas que nunca pisaron el barro, al ver a la gente salir con los dedos en V, con aplausos y gritos de apoyo a la Presidenta. Nadie faltó el respeto, nadie gritó un insulto, ni siquiera los “fisuras” o los borrachos se atrevieron a interrumpir la caminata del amor.
Entonces llegamos la parroquia María Madre del Pueblo, cantando la marcha y “Néstor no se murió…” Allí el padre Gustavo, uno de los curas villeros, improvisó un altar acorde a la ocasión: Una foto de Néstor con Cistina y una vela alumbrándolos, como si alumbrara el porvenir. Pero esta vez las banderas no fueron prohibidas y más aún, algunas adornaron el altar como ofrenda de la militancia, de los vecinos del Bajo Flores al compañero que tanto les dio.
Pero la misa no arrancó con el Ave María ni el Aleluya, acompañados con sus guitarras y una flauta, los cantores de la iglesia entonaron la marcha peronista. Y la iglesia fue un solo grito de corazón. Y aunque a Néstor mucho no le cabía esto de los curas y las misas, espero que esta en especial le haya gustado.
Y el sol se nos fue yendo.
Por Emiliano Gareca
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